Después de haber asido enérgicamente el timón con ambas manos, coloque un pie en eso cuadradito y paralelo con el pavimento llamado pedal, y con el otro pie (no confundir con el anterior, pues las consecuencias serían catastróficas) darse un impulso capaz de echar a andar el vehículo, y enseguida alzar la pierna por el aire más arriba del asiento hasta colocar el trasero justamente en él.
Inmediatamente, ubicar el último pie mencionado en el pedal que se halla del otro lado de la bicicleta.
Comience a deslizarse con sonrisa de tajada de sandía si el paseo es calle abajo; en cambio, deberá impulsar los pedales con pie y pie y ya sin sonrisa, si es calle arriba.
De preferencia, habrá de buscar superficies planas si no quiere sentir un terremoto bajo el cuerpo. Si le gusta, puede canturrear sus melodías favoritas y, por favor, aléjese de los edificios en cuyo pórtico se lea PROHIBIDO ENTRAR CON BICICLETA, no sea que su bicicleta y usted resulten lastimados.
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